EXPIRACIÓN
En el año 1926, doña María Teresa de la Cruz Gurri, a instancia del párroco de San Lorenzo, José Malvares, que conocía de la devoción y fervor que profesaba a la imagen desde el año 1922 por favores recibidos del cielo por su intersección, le pidió cuidar del Santísimo Cristo y ser su camarista, una vez instalado en el nuevo emplazamiento en el retablo de la izquierda del crucero. “Aquí empezó mi trabajo por el Cristo”, decía doña Teresa.