Día de fiesta en el barrio de Santa María con la salida procesional de dos hermandades. Cigarreras y Sentencia. La segunda partía de la iglesia parroquial de la Merced una vez que había partido la primera.
Previamente, mientras que se estaba preparando la procesión, el hermano mayor de la hermandad, Miguel Ángel Peñalver, y el tesorero del Consejo Local, Emilio Bienvenido, homenajearon a Cajasol por la ayuda económica con la que se ha podido recuperar un túnico de cola del Señor, de finales del XVIII o principios del XIX, de color lila y bordado en oro.
El Señor lo llevaba puesto durante la procesión. José Manuel Jiménez, director de Cajasol, recibió un cuadro con un estandarte realizado con tela antigua y una foto de cada titular. También recibió esta distinción el director de la Banda de Música Pedro Álvarez Hidalgo, por la colaboración que la formación puertorrealeña ha prestado siempre a la hermandad.
En la misa celebrada por la mañana se entregaron también dos recuerdos iguales al director de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Rosario, de Cádiz, y al músico Antonio Luis Gómez, autor de la marcha Reina de las Canastas, dedicada a Nuestra Señora del Buen Fin y que se interpretó a la salida del paso de palio cuando bajaba por la calle Merced.
A las 18.15 horas en punto se abrían las puertas del templo para que salieran los singulares faroles y cruz de guía dorada, de Pérez Calvo. Tras estas tres piezas del patrimonio de la hermandad marchaban los tramos de hermanos que acompañaban el paso de misterio. Todos ellos con cirios, faroles e insignias de la penitencial.
La antepresidencia la formaban el director del Colegio de la Mirandilla y hermanos en representación de las hermandades del Nazareno y de La Sed, radicadas también en el barrio.
La presidencia iba formada por el hermano mayor y otros miembros de la junta de gobierno; director espiritual, padre Pedro Rodríguez, y Pablo Román, concejal del Ayuntamiento gaditano. El servicio de paso marchaba después con los acólitos perfectamente uniformados con dalmáticas moradas.
Y, luego, el enorme paso que procesiona esta hermandad de barrio. Francisco José Gallardo llamaba a sus hombres para iniciar la difícil salida a la calle. El paso es más ancho que la puerta de la iglesia y hay que desmontarle los respiraderos laterales para que pueda salir y, a lo justo.
El misterio salió con los cargadores en el interior y racheando el paso antes de iniciar la marcha. La Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Rosario interpretó la Marcha Real y luego se incorporó detrás del paso para seguir con el repertorio preparado de antemano.
Posteriormente salieron a la calle las secciones que acompañaban el paso de palio, también con sus respectivas insignias. Una sección de guapas gaditanas vestidas de mantilla iba delante del cuerpo de acólitos, también con dalmáticas en este caso rojas, que daba escolta al paso de la Señora del Buen Fin que lucía esplendorosa en su trono que es un ascua de luz andante por las calles de Cádiz.
Manuel de la Jara, capataz del palio, arengaba a sus hombres a golpe de llamador para iniciar la maniobra de salida. El palio se arrió totalmente porque sale a ruedas. Ya en la calle se le colocaron las patas y el manto que sale enrollado sobre el poyero para que no arrastre. La Banda de Música Maestro Pedro Álvarez Hidalgo, de Puerto Real, tocó el Himno Nacional y después comenzó su repertorio de marchas.
El cortejo se marchó paulatinamente hacia la Catedral para hacer estación de penitencia y después presentarse en Carrera Oficial. El barrio de Santa María esperaba impaciente la llegada de la hermandad para recogerse en el templo con connotaciones mercedarias, aunque ya la Orden no esté allí.
La hermandad fue acumulando retraso casi desde que partió de la parroquia mercedaria. El motivo fue que, al parecer, cuando procesionaba por la calle Pelota un hombre que presenciaba el desfile procesional sufrió un ataque al corazón y tuvo que ser asistido por el servicio de urgencia. El cortejo llegó con retraso a su recogida en la Merced.
