Tampoco fue posible -la lluvia continuaba y no había seguridad de que el temporal amainara- que la Hermandad de Jesús Nazareno procesionara, por lo menos, hasta la Santa Iglesia Catedral para realizar la estación de penitencia.
La junta de gobierno, antes de la hora prevista para la salida, 20.30 horas, se reunió con carácter de urgencia para decidir la manera de enfocar la difícil situación. Terminado el encuentro de los cofrades, el hermano mayor de la corporación nazarena, Santiago Posada Díaz-Crespo, anunciaba que la hermandad iba a esperar el último parte meteorológico que el Consejo le iba a presentar sobre las 20.45 horas para decidir ya de una forma definitiva.
En principio se barajaba la idea de salir a las 21.30 horas. Al final, reunida la junta de gobierno, una vez conocida la última predicción, se decidió finalmente que la hermandad, por segundo año consecutivo, se quedara dentro y no realizara la estación de penitencial en el primer templo diocesano de la ciudad.
Esa fue la conclusión a la que se llegó y esa fue la información que el hermano mayor dio a los hermanos que esperaban en el templo la resolución final. Una vez aprobada por todos, algunos más y otros menos, comenzaba los malos momentos para todos los que iban a formar el cortejo.
Lágrimas, desesperación e impotencia contenida fue lo que se vivía en el interior del templo de las madres concepcionistas.
La junta de gobierno celebró con todos ellos algunos actos íntimos y de rezos en honor de Jesús Nazareno y de su Madre de los Dolores y después abrió las puertas de la iglesia conventual de Santa María para que el público congregado fuera pudiera entrar para contemplar ambos pasos.
El de palio lucía mucho, situado a la izquierda del altar mayor, pero aún más el del regidor perpetuo, en el centro de la nave después de que la alcaldesa le depositara el bastón de mando, porque era el dorado suyo después de la restauración de la madera a que ha sido sometido en el taller isleño de Juan Carlos García Díaz y en el dorado a cargo de Isabel Mariño.
Tanto los cargadores de José Luis Peñalver, paso del Señor, como los de Antonio Ramírez, paso de palio, se quedaron sin portarlos y ni la Banda de Música Maestro Enrique Galán, de Rota, pudo instrumentar su música. La alcaldesa y los concejales que iban a acompañar al Señor también estuvieron esperando la decisión final y no procesionaron.
En definitiva, Cádiz se quedó sin su Nazareno y el barrio de Santa María quedó huérfano de sus imágenes sagradas más veneradas. Jesús también espera la Magna.
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