Nervios, emoción, ilusión, así nos describía Alfonso Cortés sus sensaciones ante su primera salida procesional como hermano mayor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Concepción, casi no podía contener las lágrimas, mientras hablaba minutos antes de comenzar la estación de penitencia.
Una sobremesa soleada, con un sol que relucía con fuerza para abrazar a la corporación, las puertas del colegio de Salesianos abiertas, y el patio con una multitud de personas esperando a que dieran las tres de la tarde para ver un año más al Señor Despojado.
Un año importante, por fin la hermandad estrenaba su paso, aún en bruto, pero no ha sido el único estreno, la cruz del paso de misterio, realizada por Enrique Lobo y que ha sido donación de un hermano, los candelabros de guardabrisas, realizados por Manuel Oliva, la bandera del Señor con asta de Orfebrería Sanlúcar, y como no la renovación de la compañía de los 270 hermanos, que junto con la penitencia formaban una comitiva de más de trescientas personas que procesionarán por Cádiz durante la tarde del Domingo de Ramos.
Poco a poco, todo se iba perfilando, se organizaban las secciones, la cruz de guía ocupaba su lugar, frente a la puerta cerrada, y puntualmente, a las 15 horas se abrían las puertas, el patio de San Ignacio lleno esperaba con ilusión y fe la salida, y ahí estaban esas túnicas blancas, que hoy relucían ante el precioso domingo, resaltadas por un sol radiante, y entonces se escuchó la primera nota, y el sentimiento de emoción embriagó al cortejo y al público que con respeto y devoción alzaba la vista buscando la imagen del Hijo de Dios, que dio su vida por todos los cristianos.
