Desde la iglesia de Santiago, cuando ya el reloj marcaba que ya era un nuevo día, Sábado Santo, se abría la puerta lateral de Santiago para que se dispusiese a la calle los devotos de María,
Una hora antes, todos los hermanos habían participado en la hora Santa rodeando a María, que se situaba a los pies del altar de Santiago.
El sonido de las matracas en la Cruz de guía iba anunciado el paso del cortejo. Un elemento que sustituye las campanas del Jueves Santo hasta la víspera de la Resurrección, en señal de duelo por la muerte de Cristo.
Rezando el rosario y llevando los cirios al cuadril, los hermanos iban desfilando hacia la plaza de Candelaria, sin pasar por el interior de la Catedral, por la calle Santiago.
A los pocos minutos de la salida de la Cruz de guía salía el paso de la Virgen dirigido por Manuel Ramírez. 40 hombres bajo los pies de María, Ecce-Mater-Tua, que se ha quedado sola tras la enterrar a su Hijo en el Santo Sepulcro. Con el corazón roto, atravesado por los siete puñales, y dentro, el nombre de todos los hijos que le acompañan.
Sobre el monte de flores silvestres y fresias blancas la Madre de Todos los hombres recorría en esta noche de Viernes Santo las calles del centro de la ciudad para hacer estación de penitencia.
Día
