Se trata de una pareja de candelabros de cola de estilo rococó tardío, también llamado de transición al neoclásico. Consta de 11 guardabrisas y un farol hexagonal que remata la parte superior del eje central. Dicho eje central, así como el ramal de la cola que da nacimiento a los restantes brazos, surge de una jarra a modo de basamento.
La jarra, de perfil piriforme invertido, descansa sobre una peana a tres caras, como el resto de la pieza, la cual muestra planta mixtilínea y chaflán en las esquinas. El alzado de la peana presenta un zócalo entre molduraciones, que se decora con rocallas, acantos alargados, ces y tornapuntas en sus caras más alargadas, y con rosetas de rosa y acantos en las esquinas. Todo está inspirado en las decoraciones de la talla del altar del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz.
Sobre el zócalo se apoya una hoja de acanto que se riza en tornapuntas hacia las esquinas, y a la que se acopla un nudete de perfil aplatillado, con decoración de acantos en su parte inferior, y rocalla en la parte superior, la cual da paso a la panza de la jarra.
Esta panza piriforme invertida está compuesta por una sucesión de zonas cóncavas y convexas de gran panza, contenidas por ces y contravolutas adornadas de rocallas y acantos en sus perfiles. Éstos dan paso a un cuello que se adorna con acantos y cabezas de querubines, adosados a la cabeza de las volutas de los cantos.
Rematando el cuello, la boca de la jarra presenta un molduraje mixtilíneo de acantos bulbosos, e ingleteado en el centro de la cara, acogiendo un cabujón de ces engarzadas alrededor de un óvalo, descolgándose por el cuello de la jarra en sus caras principales.
Adorna la boca de la jarra un amplio penacho inspirado en las cornucopias y remates de los altares de la Iglesia de San Francisco, así como en el púlpito. Sobre el balaustre que adorna el eje central, inspirado en el balaustre central del candelabro de entrevaral del paso de palio de María Santísima de la Soledad, emerge un farol hexagonal de doble molduraje mixtilíneo en cada una de sus caras.
El molduraje inferior se apoya sobre un cáliz de acantos agallonados en sus centros, que se amoldan al perfil inferior de la moldura. El molduraje superior se alza sobre tirantes adornados por volutas, siendo éstas inspiradas en los cantos de los pies de los candeleros del mismo paso, y se remata por penachos al modo de los situados en la boca de la jarra. En los cantos del farol, y sobre las volutas anteriormente citadas, el molduraje superior se ingletea, y presenta, sobre los salientes, pequeños cimacios rematados por perillas, que alternan con los penachos de las caras.
Remata el farol una cúpula agallonada, de mixtilíneo perfil, que a su vez termina sobre el gorrete de acantos bulbosos, coronado por una jarrita con flores de azahar. Rodean el eje central seis brazos de desarrollo de contravuelta, rematados con las mismas bollejas, tacillas y coronillas que el candelabro de entrevaral antes mencionado. A juego con éste, también se adornan los brazos con zarcillos colgantes de rosetas y granadas.
De la boca de la jarra también surge, hacia atrás y hacia abajo, el ramal de la cola. Éste, adornado con dibujos inspirados en los cañones de los varales, presenta en su desarrollo dos ramilletes de rosas a modo de envoltura del repartidor, a juego con los candelabros de entrevaral antes citados. Del ramillete alto surgen dos brazos como los que surgen de la jarra, pero de mayor desarrollo, y articulados por cálices de acantos y zarcillos de tornapunta que surgen de rosetas. Del ramillete bajo surgen tres brazos a juego con los anteriores, rematando la cola el
más largo de ellos.
Entre los ramilletes, surge de un zarcillo de acantos una voluta que, a modo de pata, se posa sobre una peanita de molduras ingleteadas. Este apoyo surge de la necesidad de asegurar la sujeción del candelabro al paso, debido a la altura y peso del farol central, y la consiguiente inestabilidad que podría causar con los movimientos del paso durante la salida procesional.
Todo el trabajo de orfebrería realizado, tanto en la faceta del cincelado como en la del montaje, ha buscado siempre la armonía con el trabajo realizado por Manuel Seco Velasco en los respiraderos y varales del paso de María Santísima de la Soledad.
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