Chirigota, no valemos un duro - preliminares

Una chirigota para comérsela

Turno en cuartos de final para la chirigota del canijo, que este año concursan bajo el nombre de No valemos un duro. El pasado año fueron El niño Jesús que tenía tu madre en la mesita de noche. Se presentan sobre las tablas del Falla como ese surtido de chucherías que, antiguamente, valían menos de un duro. El canijo de pipa y todos los demás de chucherías variadas como sugus, peta zeta y caramelos que comprábamos de chiquillo. Un tipo de los que les gusta defender a esta agrupación. El primero de los pasodobles a lo bien que sabían los caramelos que se sacaban nuestros abuelos de los bolsillos. Comparativa de los caramelos con la vida. Momentos dulces que se acaban. Cuando prueban un caramelo saben que su abuelo está en el cielo, en el cielo de su boca. El segundo a la situación actual en que se encuentra el mundo, con el hombre destruyendo sin parar. Una letra que compone con su habitual juego de palabras. Ambas letras provocan los aplausos del público. El primer cuplé a que debería ser delito ponerles ropa a los perros. Felipe le pone a su galgo la de Letizia y le quedan grandes hasta los leotardos. El segundo a su vecino que publica todo lo que corre por la ciudad, mientras que él está con su mujer y no lo va publicando. Estribillo que corea todo el teatro: “te gustan las chuches, si, pues tengo un paquete pa ti”. Terminan con la interpretación del popurrí. Comienzan improvisando a que hoy es el día de San Valentín. La pipa le quiere dar un beso al quico, pero este se niega, por lo que le dice que es un fruto muy seco. Sacan del huevo kínder una puerta de una lavadora que dicen que es la lentilla del pregonero. Se despiden con una de sus cuartetas característica que hace que el público se ponga en pie y los despida con una gran ovación. Gritos de campeones.