Otro año más, la Hermandad de Jesús Caído salió de la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios del convento franciscano para realizar su estación de penitencial en la Santa Iglesia Catedral. Las obras del Colegio Mayor no están acabadas y la corporación continúa con los frailes franciscanos.
Corporación joven que cada Semana Santa procesiona la imagen del Señor caído por el peso de la cruz que poco a poco va enriqueciendo su patrimonio procesional. Este año, la imagen del Señor iba a estrenar las potencias, pero al final no pudo ser debido a algunos problemas.
Las naves del templo franciscano estaban llenas de público, hermanos y devotos, que no quisieron perderse la salida de esta querida hermandad con sabor universitario. Poco tiempo antes de las 16.45 horas se preparaba la procesión. Jefes de sección y miembros de la junta de gobierno se esforzaban para que todo saliera a la perfección.
Cada uno de los tramos de hermanos que acompañaban el paso del Señor llevaban sus correspondientes insignias. También un amplio grupo de pequeños monaguillos que ponen el santo y seña a esta cofradía otrora del Parque Genovés. Los cargadores, al mando de José Asencio, buscaban su hueco en el interior de la mesa para iniciar la maniobra de salida.
El capataz ordenó la primera levantá el y paso comenzó a moverse por las naves franciscanas. Mientras, las tres cruces al hombro de hermanos, a modo de guía, salía a la plaza Santísimo Cristo de la Vera+Cruz y, detrás todos los hermanos que acompañaban el primer paso de la corporación.
La Agrupación Musical Virgen de la Oliva, de Vejer, fue la encargada de instrumentar las distintas piezas dedicadas al Señor caído, que andaba sobre una alfombra de claveles rojos. Pocos minutos después el paso ya estaba en la plaza y dispuesto para continuar con su caminar hasta la Catedral para efectuar la estación de penitencia.
Presto y dispuesto estaban los hermanos que, cada uno en su sección, esperaban también para salir a la calle junto a su Madre celestial. Todo eran abrazos y buenos deseos para una feliz estación de penitencia.
Salieron los penitentes blancos y negros y comenzó a andar el paso sin palio y en orfebrería donde procesiona la Virgen de los Desamparados que este año estrenaba una bonita corona de reina en plata de ley.
Los cargadores de Juan de Dios Baro enfilaron con el paso en los hombros la puerta de salida del templo. Tras un pequeño parón se volvió a levantar a medio brazo y se fue hacia el cancel de la puerta para ya, de forma definitiva salir a la plaza con los sones del Himno Nacional que interpretaba la Banda de Música Maestro Enrique Montero, de Chiclana.
La corporación se encaminó por San Francisco abajo en busca de la Plaza de Pío XII para efectuar la estación de penitencia en el primer templo diocesano de la ciudad y continuar su andadura por Carrera Oficial y calles colindantes con el templo franciscano en busca de la recogida con ese característico olor a azahar anunciador de la primavera más gaditana.
Pablo Reynoso Román se estrenaba como hermano mayor de la hermandad en una nueva legislatura de cuatro años.
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