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En la cofradía de Humildad y Paciencia también está de aniversario. Se cumplen 375 años desde que se bendijese la imagen que tallase Jacinto Pimentel. Por este motivo, la corporación también está inmersa en la celebración de una serie de actos para conmemorar esta fecha tan importante. El pasado 15 de marzo, la imagen salió en vía crucis por las calles de la feligresía, algo inusual. Pero este Domingo de Ramos es su día. El día en que se encuentra con Cádiz, con sus devotos, que observan de cerca la belleza de esta talla que nos dejó el imaginero hace ya casi 4 siglos.
En el interior del templo, las insignias ya estaban preparadas una hora antes de la salida procesional para formar parte del cortejo que, este año, en los tramos de Cristo, estrenaba los hábitos. El cabildo de hermanos aprobó el cambio del raso por la sarga. Todo un acierto que le ha proporcionado al cortejo más belleza.
A las 18.50 horas, el miembro de la junta de gobierno, David de la Fuente, ha invitado a los hermanos a realizar un rezo antes de la salida. Desde el más pequeño al más mayor, Victoriano, que con 80 años continúa vistiendo su hábito para acompañar al Señor de la Humildad y Paciencia.
Con el rigor que caracteriza a esta hermandad, las luces del templo se han apagado a las 18.55 para iniciar la estación de penitencia. Los tramos de hermanos esperaban impacientes en la puerta del templo de San Agustín, mientras la cuadrilla de cargadores, dirigido por Paco Álvarez, ha esperado impaciente el momento del movimiento del paso. Un grupo de hombre que han lucido para este Domingo de Ramos una camiseta donde, en la espalda, han lucido el logo del 375 aniversario de la hermandad.
Cuando las señales horarias han marcado las 19 horas, las puertas de la iglesia de San Agustín se han abierto mientras que sonaba el órgano del templo y se cantaba el himno recuperado al Señor de la Humildad y Paciencia. Solo cinco minutos más tarde, la imagen de Pimentel sobrepasada el dintel de la puerta del templo sobre su paso, exornado con claveles color sangre.
En la presidencia, la representación de la cofradía de Begoña, con la que la corporación de Cádiz está hermanada, además de la representación del padre Pedro Ortuño, la cofradía de Buena Muerte.
Mientras se ha dispuesto el paso de misterio en la calle, ha sonado en el órgano la marcha Virgen del Valle. Mientras, fuera, la banda de música del Nazareno de Rota ha interpretado el himno de la cofradía, para conmemorar así la efeméride de la bendición del Señor. Una excepción durante esta estación de penitencia, ya que tras el paso ha acompañado la banda de las Tres Caídas de Arcos.
Una vez ha pasado el paso de misterio por delante del antiguo instituto Rosario, los tramos formados por los hermanos de fila que han acompañado a la Virgen de la Amargura se han dispuesto en la calle San Francisco para seguir su camino hasta la Catedral de Cádiz.
Diez minutos después de que el Señor haya estado en el dintel, lo ha sobrepasado la imagen que tallase Sebastián Santos para la hermandad, bajo la advocación de Amargura.
Imponente en su palio, exornado con fresias blancas, su capataz, Juan Manzano, ha ordenado con perfección la complicada maniobra de salida y la colocación de las patas y de su cuadrilla debajo del paso para iniciar el camino por las calles de Cádiz, primero, con el rezo del Padre Nuestro. A continuación, la primera ‘levantá’ para andar con la marcha Amargura.

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375 años paciente ante la muerte
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