El buen trabajo, habitualmente, queda patente en los resultados. Y así lo certifica el buen hacer de la junta de gobierno de Columna. Tras pasar una época en donde se sumaban los problemas y la necesidad de intervención de un comisario, la hermandad del Martes Santo ha sabido aprender de los errores y abrir una nueva página en su historia, que está escribiendo con letras mayúsculas.
Una historia que escriben todos sus hermanos, los que por la mañana de este Martes Santo han llenado la iglesia de San Antonio para participar en la misa de hermandad. Una eucaristía para el reecuentro, para soñar en nuevos proyectos, para hablar del presente y olvidar el mal pasado. Y todo, siempre de frente.
Como de frente se ha presentado la cofradía esta tarde en las calles de la ciudad para hacer su estación de penitencia en la Catedral de Cádiz. Un cortejo formado cada año por más hermanos, este año 190 han vestido su hábito. Y un cortejo con futuro, que quedó reflejado en el grupo de paveros que acompañaban al Señor y a la Virgen.
A la hora prevista se abrieron las puertas de la parroquia de San Antonio. Una iglesia que pide ayuda para que no se derrumbe debido al mal estado en el que se encuentra.
Una imponente Cruz de guía comenzó a anunciar el paso de los hermanos vestidos con sus renovadas túnicas moradas por la plaza de San Antonio. Con orden y sin prisas, mientras que la cuadrilla de cargadores del paso de misterio se hacía la tradicional foto de familia antes de la salida procesional.
A las 17.30 horas -al mismo tiempo que la Virgen de los Desamparados de la cofradía de Jesús Caído comenzaba a andar- el nuevo paso del Señor atado a la Columna salía por la puerta del templo -una maniobra ordenada por el capataz, Salvador Rosa Mascareña-, destacando las cartelas doradas del frontal, los respiraderos laterales tallados y cuatro escudos dedicados al Papa Francisco, al obispo Rafael Zornoza, a la cofradía y a la parroquia de San Antonio.
Con la marcha La clámide púrpura iniciaba su camino interpretada pora la agrupación musical Sagrada Cena, realizando la primera levantá el tallista del paso, Manuel Montañés. Mientras, en el interior del templo todo estaba preparado para la salida procesional de la Virgen de Las Lágrimas.
Nuevos tramos de hermanos con sus cirios al cuadril, un gran grupo de de monaguillos -más de 20, unos con alba y roquete y los más mayores con hábitos morados-, el cuerpo de servidores de paso y la Dolorosa, la primera que procesionó en Cádiz con palio, que iniciaba sus primeros pasos por la ciudad. La Virgen de las Lágrimas iba acompañada por el director espiritual de la cofradía, el padre Óscar González Esparragosa, y una representación de las hermanas de Lonmun Dei.
José María Aicardo ordenaba a su cuadrilla la colocación de las patas y, a continuación, mandaba que cada uno de los cargadores ocupado su lugar en su el palo. Ella, sobre su palio exornado con flores blancas, la candelería encendida con los cirios con el sello de la hermandad y los candelabros de cola. Eran ya las 18 horas de este Martes Santo.
Y sonó en la plaza de San Antonio, con mucho público, Lágrimas de Jose Cubiles. La marcha dedicada al Señor y que se le toca a la Dolorosas, interpretada por la banda filarmónica de Conil y que anunció que la cofradía de Columna ya estaba por completo en la calle.
Una cofradía de tradición que cada año se renueva.



